3.4 NEOCONDUCTISTA
Introducción
El neoconductismo se presenta como una evolución del conductismo tradicional, integrando ciertos componentes cognitivos pero manteniendo el foco en la conducta observable. Esta tendencia intenta explicar el aprendizaje tomando en cuenta no solo la relación entre estímulo y respuesta, sino también factores internos como la motivación y la expectativa, proporcionando una perspectiva más extensa y detallada para la educación.
Descripción
A mediados del siglo XX, el neoconductismo surgió como una reacción a las restricciones del conductismo riguroso. Representantes como Edward C. Tolman y Clark Hull aportaron conceptos novedosos, sugiriendo que, aunque el comportamiento perceptible continúa siendo esencial, hay procesos mentales intermedios —tales como objetivos, convicciones o mapas cognitivos— que también tienen impacto en el comportamiento. Esta visión es denominada conductismo mediacional.
Por ejemplo, Tolman introdujo la noción de comportamiento intencional, indicando que los seres vivos no solo reaccionan de manera automática a estímulos, sino que actúan con objetivos orientados. En el contexto de la comunicación educativa, el neoconductismo sugiere un diálogo más complicado: el profesor no solo condiciona comportamientos, sino que también elabora estrategias que consideran la interpretación que el alumno hace de los estímulos que recibe.
Aplicaciones en el ámbito educativo
En términos prácticos, la perspectiva neoconductista ha impactado en técnicas de enseñanza que fusionan el refuerzo con metas de aprendizaje más detalladas, incorporando elementos como la autoevaluación, la organización y la motivación. Se puede apreciar un caso específico en la utilización de rúbricas que no solo evalúan respuestas acertadas, sino que también guían al alumno sobre cómo perfeccionar, promoviendo una autorregulación del proceso de aprendizaje.
Adicionalmente, este método ha servido como fundamento para modelos de enseñanza como el diseño instruccional de Robert Gagné, que sugiere una secuencia lógica para un aprendizaje efectivo, que se inicia con la activación de la atención y se prolonga hasta la expansión de los saberes. Por lo tanto, la enseñanza deja de ser simplemente una repetición, para transformarse en una estrategia planificada con objetivos constantes.
Análisis crítico y reflexivo
Dentro de sus contribuciones, el neoconductismo expande las oportunidades del modelo conductista al valorar la relevancia de los procesos mentales, manteniendo la meticulosidad metodológica en la valoración del aprendizaje. Se vuelve beneficioso en la creación de programas educativos organizados, tales como sistemas de tutoriales o plataformas de aprendizaje que incluyen retroalimentación gradual y monitoreo a medida.
Desde mi formación, los métodos neoconductistas han demostrado ser eficaces en contextos donde el aprendizaje demanda estructura, pero también entendimiento. No obstante, tienen el peligro de involucrarse en una educación mecanizada si no se incorporan a estrategias más constructivistas o dialógicas. El secreto radica en emplearlos como fundamentos, pero complementándolos con otros modelos que fomenten la reflexión, la independencia y la cooperación.
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